La verdad sobre el cielo
- Kensho
- 14 nov 2022
- 3 Min. de lectura

Está magnífica pintura titulada, "El primer día en el cielo" ha estado circulando en el internet últimamente. En ella vemos a familiares reuniéndose con sus seres queridos en el cielo, abrazándolos como el día más feliz de su vida. Pudiendo finalmente reunirse con quienes amaron intensamente y extrañaron por tantos años.
Ciertamente la pintura evoca sentimientos intensos de amor y de tristeza. Mi intuición me dice que la autoría de la pintura tiene relación con algún grupo del cristianismo.
Para muchos, esta visión del cielo es perfecta, pero me hace preguntarme, ¿realmente lo es? ¿Qué nos dicen las fuentes religiosas, espirituales, y la experiencia propia sobre el cielo? Se los explico a continuación.
El cielo es el mundo causal, la sexta dimensión. Un mundo electrónico donde no existen las formas, no existe la negatividad, y no existe el sufrimiento o el ego. Es un lugar de vibración altísima 100% positivo.
La verdad es que muy pocas personas van al cielo.
Ir al cielo requiere liberarse de los apegos, del deseo, de todo lo que causa sufrimiento, negatividad, y del karma (acción y consecuencia). Todos estos (apegos, deseos, sufrimientos, negatividad, y karma) pueden ser eliminados con conocimiento y comprensión total de sus causas. En el caso del karma (acción y consecuencia), un entendimiento total del mismo lo cancela.
Esto es lo que se llama la liberación del Samsara, el ciclo eterno de renacimiento y muerte. Esto se llama el despertar.
Es difícil lograrlo, sí. ¿Cuántos lo han logrado? Jesucristo, Krishna, Buddha, Mohammad, todos los avatares hindués, todos los maestros de la Logia Blanca, maestros budistas e hinduistas menos conocidos, etc. Es un puñado de personas.
Lo que realmente querían estos maestros es ayudar a la humanidad a lograr esa misma liberación que ellos lograron, y mientras tanto, elevar su vibración con la recta forma de actuar y pensar. Con el sacrificio por otros. Por supuesto que no se espera que todos logren esto en una existencia; se necesitarían muchas existencias en el camino espiritual para lograrlo.
¿Qué sucede entonces con las personas que fallecen?
Ellos van a la quinta dimensión, al mundo astral. Esa es la dimensión que podemos visitar al hacer viajes astrales. Sin embargo, no muy frecuentemente nos encontramos con personas que han fallecido en el astral. Siendo el astral un mundo altamente influenciado por la acción de la mente, los muertos parecen tener sus propios asuntos y permanecen mayormente invisibles para los viajeros astrales.
Es más probable ver en el astral a un familiar que ha fallecido cuando acaba de fallecer, que es cuando los muertos buscan despedirse y comunicar sus últimas voluntades. Esto, les ayuda a eliminar karma.
Es posible interactuar con ellos también durante los días finales de Octubre y principios de Noviembre cuando se celebra el Samhain y el Día de Muertos. En esas fechas se abren portales y el velo entre este mundo y la quinta dimensión es más delgado.
Al principio los difuntos tienen problemas afrontando su muerte, y los apegos con sus familiares, pero en poco tiempo, (menos de un año en la tercera dimensión probablemente) la mayoría los supera y empieza a adaptarse a su nueva vida en el astral que, hay que decirlo, es una dimensión superior donde es posible encontrar mucho más dicha que en el mundo tridimensional. Cuando esto sucede, por su propio bien los difuntos empiezan a eliminar los apegos. Dejan de extrañar a los vivos, y empiezan a olvidar.
Quienes hemos tenido la oportunidad de observar a nuestros familiares en ese estado, notamos que no parecen ya sentir alguna emoción por nosotros sus familiares vivos. Esto puede ser desconcertante, pero es algo muy sanador. ¿Por que qué es el extrañar a alguien sino un apego que causa mucho sufrimiento? Sufrimiento que a muchas personas les impide seguir viviendo.
Al no haber logrado la liberación total, los difuntos vuelven a nacer con cuerpo físico tarde o temprano dependiendo de sus karmas o de su misión. En muchas ocasiones, estos difuntos vuelven a nacer en la misma familia. Es muy común que un hijo fallecido vuelva a la vida en el nuevo bebé que su madre acaba de tener, o que la abuelita nazca en una nieta o sobrina. El mundo astral, pues, es solo unas vacaciones. La gente siempre regresa, y mayormente regresa cerca.
Es difícil no llorar y no extrañar a nuestros difuntos. Hagámoslo, pero aprendamos a dejarlos ir rápido. No mantengamos ese sufrimiento constante de extrañarlos. Esa forma de pensar o de sentir es muy tridimensional. Es sufrimiento. Nuestra verdadera misión es vibrar cada vez más alto. Que nuestra vibración se acerque más a la tetradimensionalidad, la siguiente dimensión donde los sufrimientos y emociones bajas son incompatibles.
No mantengamos el concepto de reunirnos con nuestros seres queridos a la hora de morir. Ellos nunca se han ido realmente. Somos una familia espiritual todos nosotros. Algunos más cercanos, pero todos siempre unidos.
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